Hace algo más de 30 años que la asociación zamorana «Aceña cultural» comenzó sus reivindicaciones para que la capital pudiera tener sus deseados estudios artísticos «con el objetivo de promover los valores culturales de la ciudad», según expresaron en aquel momento.

Durante la mañana de ayer, parte de esas 19 personas que impulsaron la Escuela desde distintos ámbitos se han reunido para rememorar el camino que dio como resultado la fundación de la entonces Escuela de Artes y Oficios.

La exposición que rememora los 30 años de existencia de los estudios, ubicada en el palacio de La Encarnación, fue el lugar en el que antiguos directores, profesores e impulsores del centro recordaron como ya «en 1964 se realizó la primera gestión, aunque sin resultados positivos. No fue hasta septiembre de 1982 cuando tras mucho trabajo se logró su creación, pero había que buscar un lugar que sirviera de sede», explica Pedro Santos Tuda, que desde su puesto como director de la Escuela Central de Artes y Oficios de Madrid, medió para la creación de los estudios en su ciudad natal, «a la que venía muy a menudo y con la que tenía un compromiso especial para la creación de la Escuela», subraya Santos Tuda.

El Palacio del Cordón era el lugar que tenían en mente para la instauración del centro educativo, «pero el Ayuntamiento tardó casi un año en remitir la documentación al Ministerio de Educación y para entonces el palacio estaba a punto de ser la sede del Museo Provincial, así que finalmente fue la Diputación la que se hizo cargo de apoyar el proyecto y de darle una sede, que fue la antigua sede de la institución, y que también albergó el Conservatorio Municipal», recuerda Alfonso Bartolomé, primer director de la Escuela, que asumió el cargo durante más de una década.

No podía faltar a la cita quien asumió el cargo de presidente de «Aceña cultural», Tomás Crespo, que además fue profesor de Escultura del centro, y Antonio Pedrero, artista zamorano que ostentó la dirección de la Escuela durante dos años. Acompañando a parte de aquellos zamoranos que hicieron posible la llegada de los estudios de Arte a Zamora, el actual director, César Isidro, y el secretario de la Escuela, Ignacio Guerra, también comisario de la exposición y autor del libro conmemorativo de las tres décadas del centro.

Además de la sede, que pasó de la antigua Diputación al Castillo y de ahí al edificio de la Escuela de Magisterio, también la forma de trabajar ha cambiado a lo largo de la historia de los estudios, «se ha pasado de lo manual a lo conceptual», afirma César Isidro, orgulloso de una muestra que recoge piezas como el botijo que en 1988 recibió el Premio Nacional, o las últimas creaciones que destilan el diseño que da nombre a la nueva titulación que se imparte en Zamora.