Aunque no tiene la evidencia de su pasado sefardí, la profesora Anun Barriuso se siente «judía» por la actitud de su familia, defensora a ultranza de la cultura. Toda su ascendencia materna está vinculada a la localidad de Villanueva del Campo -en Villalpando hubo una importante judería-, aunque esta investigadora nació en Reinosa, hecho que la impulsó a saber más del pasado sefardí del norte del país, que «también lo hubo». El próximo mes de julio viajará con su marido, José Manuel Loureiro, a la capital para participar en el congreso impulsado por el profesor Jesús Jambrina.

-¿Por qué piensa que el origen de su familia es judío?

-Cuando he estudiado los rudimentos de las familias judías, me he dado cuenta de que mi familia lo era, aunque ni mi madre ni mi abuela fueran conscientes de ello. Nuestra casa era un hogar de acogida y así lo recuerdan mis amistades. Aquí, el personaje clave es mi bisabuela materna. Mi madre siempre me contó que su abuela reunía a todos los nietos en el pueblo y les contaba todas las historias de la Biblia, pero del Antiguo Testamento, no del Nuevo. Desde pequeña he conocido el recorrido de los profetas gracias a mi madre, que me insistió en que en el pueblo había dos biblias, una la tenía el maestro y la otra, mis bisabuelos. La guardaban en el desván con otros libros, quizá algunos de ellos ocultos por estar prohibidos.

-¿Cuándo dio el paso hacia la investigación del mundo sefardí?

-Siempre me llamó la atención la cultura judía, leía textos como los de Maimónides y me encantaban los romances cantados por Joaquín Díaz. Pero fue hace doce años cuando conocí a mi marido, José Manuel Loureiro, en un curso de una prestigiosa profesora sobre los sefardíes cuando nos manifestamos nuestro deseo de saber más y comenzamos nuestra investigación. Por mi nacimiento en Reinosa, los primeros artículos los dediqué a la importantísima judería de Aguilar de Campoo. Allí se conserva la única inscripción trilingüe en hebreo que existe.

-El problema es que buena parte de esos vestigios han sido «borrados» con el tiempo?

-Así es, pero no en Aguilar de Campoo. En la zona localizamos una posible sinagoga que estaba en la memoria popular, finalmente transformada en ermita y hoy convertida en un negocio de hostelería. Nuestra investigación se trasladó a todo el norte del país, desde Burgos hasta la región de Cantabria.

-También han estudiado la zona fronteriza de Zamora con Portugal?

-Trabajamos en la Raya, pero solo en el territorio portugués. Allí hubo numerosos judíos que iban y venían de forma permanente. Ya conocíamos varios asentamientos hebreos en la zona de Tras os Montes y además tuvimos la suerte de localizar un pueblo con vestigios: Carçao. Fue entonces cuando tomamos contacto con Genie Milgrom, vinculada a Fermoselle, y con Jesús Jambrina, el organizador del curso del próximo mes de julio.

-¿Qué le parece el paso dado por el Parlamento portugués para reconocer a los descendientes de los sefardíes?

-Me parece una buena noticia. Hace un año se reconoció la judeidad a los chuetas, los hebreos mallorquines, sin tener que hacer una conversión. Lo mismo ocurrió con los habitantes de Belmonte, en Portugal, cuya naturaleza judía se les reconoció en bloque desde Israel y hoy son ciudadanos israelíes.

-¿Cuál es su relación personal con la religión?

-Me considero de origen judío, pero no practico la religión. Mis amigos que sí lo son, tanto los chuetas como los portugueses, y quieren practicar la religión ya no tienen que pasar por el proceso de la conversión, algo que es caro y complejo.

-¿Cree que el poso de la cultura sefardí está muy presente en Zamora, su origen familiar?

-La cultura sefardí ha dejado un poso muy importante en toda la península, aunque está reducido a memorias y a identidades muy concretas y se ha perdido en buena parte. En mi familia, soy la única que se ha esforzado en recuperar nuestro pasado, aunque mis hermanos siempre fueron conscientes. Como signo identitario importante, las familias judías eran muy religiosas o absolutamente descreídas. La mía pertenece al primer grupo, la espiritualidad judía se ha canalizado en numerosos familiares vinculados a la Iglesia.

-En un mes, estará junto a su marido en el congreso de Zamora, ¿cuál cree que puede ser la aportación del encuentro?

-El congreso llega en un momento excelente, aunque las autoridades con las que se han encontrado los organizadores han sido muy negativas. La labor de Jesús Jambrina es encomiable y ojalá sirva para que los zamoranos busquen en sus memorias para dar cuerpo a lo que se conoce hasta ahora. El objetivo del encuentro es el hecho puramente histórico, no el religioso.

La bisabuela de Anun Barriuso Ovejero (en el centro de la imagen) reunía a sus nietos para ilustrarlos sobre la vida de los profetas. Una de las dos únicas biblias que existían en Villanueva del Campo estaba «guardada» en el desván junto a otros libros. La promoción de la cultura en la familia y el fuerte vínculo religioso prueban, para Barriuso, su origen judío.

Reinosa

«Nací en Reinosa (Cantabria) casi por un accidente de mi madre». Toda la ascendencia zamorana de Anun Barriuso está vinculada a Villanueva del Campo, aunque su nacimiento la ha llevado a interesarse primero por los judíos del norte del país. Profesora en Madrid, Barriuso se considera «de origen judío». El interés de su familia por la cultura, los relatos de sus antepasados y la fuerte vinculación de sus allegados por la religión son, para esta estudiosa, la prueba. Sobre los sefardíes, Barriuso ha publicado numerosos artículos recogidos en el portal «www.esefarad.com».