Angélica Quintero Viñuela es la presidenta de un colectivo emergente en la ciudad, la asociación cultural de tango argentino Danzarín Zamora.

-¿De qué manera se cruzó el tango en su vida?

-Yo lo había visto bailar en alguno de mis viajes a Buenos Aires y me enganchó. Un día mi marido y yo descubrimos que una pareja impartía un curso en la ciudad al que asistimos. Luego descubrimos que existía en Valladolid un colectivo muy importante de tango argentino y otro en Madrid. Nos hicimos socios de la asociación en Valladolid y aprendimos a bailar a base de clases particulares y enseñanzas grupales.

-¿Cómo nació la asociación cultural de tango argentino Danzarín Zamora?

-Un grupo de amigos nos pidió que le mostráramos qué era el tango argentino. Le dimos unas nociones y nos lo llevamos a una milonga, la reunión donde los tangueros bailamos. En toda la región se estaban abriendo asociaciones y nos animamos, había que abrir brecha. Hicimos una reunión en la que decimos que poníamos en marcha una asociación y mis compañeros decidieron que fuera yo la presidenta, dado que conocía el mundo del tango de hace una década.

-El nombre se debe a...

-Hemos apostado por ponerles el nombre de un tango de Aníbal Troilo y ahora abrimos las milongas con el tango "Danzarín" y las cerramos con la pieza "La cumparsita". En este momento formamos parte de la asociación sin ánimo de lucro, nacida en agosto, una veintena de personas y contamos con nuestra página web (www.danzarinzamora.es) gracias a que uno de los integrantes maneja bien las nuevas tecnologías.

-¿Qué objetivos tiene este colectivo?

-Promover, divulgar y extender la cultura porteña. Dar a conocer este baile y esta música latina en la ciudad. Es laborioso darse a conocer. Inicialmente nos reunimos con el concejal de Cultura y él nos dijo que no había subvenciones. Por el momento hemos conseguidos llevar a cabo una milonga a viernes alternos en el Versus, de 23.00 a 01.30 horas, que cuesta 5 euros con derecho a la consumición. Queremos llevar a cabo un encuentro con una asociación de Salamanca, Entretango, en el mes de febrero pero precisamos un espacio muy amplio porque no nos podemos estorbar al bailar. Lo vamos a llevar a cabo ambos colectivos, pero estará abierto a los aficionados de otros lugares de España.

-¿Van a realizar alguna actividad con la llegada del buen tiempo?

-Cuando llega el buen tiempo el tango sale a la calle. En ese momento, en primavera, queremos llevar a cabo una presentación pública de la asociación para luego en San Pedro organizar una macromilonga.

-¿A quiénes estaría abierta?

-A todos los aficionados de la región y a quienes se animen de otros lugares a fin de dar visibilidad a este baile. Lo haríamos en la calle. Además este tipo de reuniones generan dinero en la ciudad que los acoge, pues acuden muchas personas que comen, compran y se hospedan en la ciudad. Sería además una actividad cultural más para la ciudad. Por otro lado, más adelante queremos hacer una serie de conferencias.

-¿Cómo reacciona el público cuando les ve bailar?

-A todo el mundo le llama la atención. La mujer está dispuesta enseguida aunque el hombre es más reacio. En Zamora hay gente que ya nos conoce, pero hay mucho miedo al ridículo. Para bailar tango no hay un límite de edad, es un baile más reposado de lo que la gente se piensa. Yo conozco a gente que acude a las milongas de entre los 20 y los 70 años e incluso en Valladolid conozco a una persona de 82 años que baila.

-¿Qué tiene de especial este baile para que enganche?

-El tango argentino no es aprender una coreografía de memoria, como se ven en los programas de baile de la televisión. Los pasos y la técnica son complicados, lo que no te impide el disfrutar al bailar. El hombre tiene un rol y la mujer otra. Él tiene que transmitir a la mujer lo que quiere que haga al ritmo de la música. La mujer baila sobre tacones y de espalda. La música es tan sensual que entra por los oídos, llega al corazón, se transmite al alma y con ese impulso emocional se dibuja con los pies sobre el suelo.