La búsqueda de nuevas formas y materiales es una constante en el trabajo de Miguel Hernández, el escultor e interiorista que expone sus obras en la galería zamorana Espacio 36 hasta el 22 de abril.

-¿Cómo fueron sus comienzos en la escultura?

-Empecé estudiando en la Escuela de Arte de Valladolid. Concretamente me especialicé en interiorismo y escultura. La mayor parte de mi vida he trabajado en empresas de diseño y la escultura la he tenido casi como afición. En la primera etapa utilicé sobre todo piedra, metal y madera con elementos primarios y nobles, pero en esta última etapa me he centrado más en un nuevo material como es el solid. Se trata de un material blanco importado de Estados Unidos muy utilizado dentro del interiorismo, sobre todo en el campo sanitario.

-¿Qué peculiaridades tiene?

-El 75% del producto procede de la bauxita y el resto es un polímero que se usa para aglutinar el material. Va soldado con el mismo material en líquido y un acelerante. Después se lija y se pule hasta que queda una sola pieza de superficie única, uniforme y sin uniones. Se usa mucho en instalaciones de quirófanos, por ejemplo, porque no tiene poros y los gérmenes y bacterias no entran.

-¿Cuáles son sus principales influencias?

-Desde que empecé a estudiar, me fijé mucho en los constructivistas, una tendencia que apareció en Rusia a principios de siglo. Decidí trabajar sobre esa tendencia casi por deformación profesional, ya que el constructivismo se comenzó a utilizar en arquitectura y escultura. De ahí se pasó al dadaísmo, al cubismo y en definitiva al minimalismo que es una de las vertientes más utilizadas dentro del interiorismo.

-¿Cómo definiría su obra?

-Son casi todas piezas de líneas rectas, salvo algunas curvas que pertenecen a mi primera etapa, todas con formas muy geométricas. Se trata de una manera de poner en actualidad las vanguardias de principios del siglo XX. De hecho, el constructivismo apareció para romper con el clasicismo que había.

-Además del solid, también utiliza otros materiales.

-Sí. Sobre todo, uso piedras que escojo personalmente en las canteras. Busco cada una de las piedras, desde filitas, sílex, granito, pizarra o piedra de Campaspero o de Sepúlveda y Villamayor. En las obras de la primera etapa también utilizo acero inoxidable.

-¿Ha evolucionado mucho su trabajo como escultor?

-Sí, sobre todo el trabajo con este material, porque antes empleaba productos más tradicionales. El solid se utiliza mucho en interiorismo, pero es muy caro. Se puede usar en exteriores, incluso para recubrir fachadas, pero debido a su precio no se ve mucho por ahí. En Estados Unidos o Japón sí que se ven grandes obras hechas de solid porque, además, se puede retroiluminar.

-¿Interiorismo, diseño y esculturas son dos artes muy relacionadas?

-Sí, y con la arquitectura. Al final, todas son diferentes maneras de crear.

-¿Con qué disciplina se siente más cómodo?

-Me siento muy integrado con la escultura. De hecho, es un mundo en el que me estoy afianzando ahora. Lo de exponer es muy duro y también lo es dar a conocer tu obra. Hay que tocar muchas puertas y moverse mucho y dependes de que les guste o no.

-¿Qué intenta transmitir con sus esculturas?

-Sobre todo diseño y paz, porque, debido a que la mayoría son blancas, te transmiten armonía y paz.

-¿Es muy complicado dedicarse al mundo del diseño y la arquitectura hoy en día?

-Sí. Hay que pelear. Es una profesión muy compleja y tienes que ser muy bueno para poder triunfar. Hay que dedicarle mucho tiempo, ver muchas exposiciones y probar con nuevos materiales. Sin embargo, creo que la cultura es fundamental y hay que apostar por ella.

-Al final usted, de lo que era un hobby, ha hecho también una profesión.

-Ahora me lo tomo con una seriedad diferente, pero siempre que he hecho cosas me ha gustado ponerle un punto de formalidad. Es una manera de complementar mi trabajo, pero sobre todo es una forma de evasión que lleva su tiempo.