Con los nervios propios de quien puede hacer historia en los premios más prestigiosos del teatro -los Max- pero también con la serenidad del trabajo bien hecho, Nines Carrascal cuenta en esta entrevista las batallas que afrontan los pequeños empresarios teatrales. Esta sayaguesa de Bermillo es socia de la compañía Histrión Teatro junto a la actriz Gema Matarranz, finalista en los Premios Max a la mejor actriz por su papel en "Juana La Loca, la reina que no quiso reinar". Matarranz se medirá con artistas de la talla de Blanca Portillo y Rebeca Valls. Nines Carrascal es el 50% de Histrión Teatro, la encargada de la producción y distribución de las obras de la compañía.

-Estudió Biblioteconomía e Historia, ¿cómo terminó siendo productora teatral?

-Estaba haciendo el doctorado en Granada y como me sobraba tiempo, me apunté a un taller de teatro que impartía la persona que tenía la empresa Histrión con otra socia. Necesitaban a una persona para las tareas de administración y sobre todo para venderles. Por aquellos años, hacia 1995, las empresas todavía no entendían lo que era la venta, había un concepto muy artístico de todo y empecé a trabajar con ellos. Cinco años más tarde, la persona que me contrata se va de la empresa, yo le compro su parte, entro como socia con la actriz Gema Matarranz y así seguimos hasta hoy.

-Renunció a la parte artística para ocuparse de gestión, menos lucida, más gris.

-Pero no tengo ningún recuerdo doloroso. Tuve claro en seguida que el escenario era muy exigente, yo no me veía. Y hay una parte de la gestión que me gusta mucho. También es verdad que cuando ves a un actor encima de un escenario y te marca, te das cuenta de que tú ahí no vas a llegar. Yo vi a Gema actuar y dije, esto es otra cosa. Yo puedo hacer teatro aficionado en mi pueblo pero para este nivel hay que tener un talentazo.

-¿Es difícil abrirse camino en un mundo tan competitivo y a veces poco reconocido?

-Todo es complicado en este momento para cualquier sector de la cultura, en realidad nunca ha sido fácil. Es un sector que no es tractor a nivel económico, va a remolque de actividades que han tirado de la economía de este país. Por decisión de Estado, la cultura no está en un lugar prioritario. Ha habido años en los que circulaba más dinero a todos los niveles y eso influía pero tampoco hemos sido una gran potencia cultural, sobre todo en inversión porque a nivel creativo España es un país con muchos creadores.

-¿Han echado de menos cierta sensibilidad pública?

-Claro, de unos años para acá entre la crisis económica, la bajada de los presupuestos públicos para cultura, la subida del IVA y la pérdida tremenda de espectadores, sobrevivir en el ámbito de la cultura es casi un milagro.

-¿Cuál es la clave entonces para abrirse camino?

-Yo no creo que exista ninguna fórmula mágica. Es cierto que nosotras hemos ido poquito a poco ganado espacio dentro del consumo cultural, pero seguimos siendo una micro micro micro empresa que tiene unas dificultades enormes para llegar a determinados escenario y circuitos. Existe una diferencia muy grande entre los que son el circuito A y el circuito B, los grandes espacios de creación que están vinculados a nombres muy claros y actores con nombre muy ligados a los medios de comunicación. Y luego existe una gran bolsa de teatro de muy buena calidad que no consigue despuntar de ninguna manera.

-¿Por qué?

-O bien porque al final hay un tapón entre ese primer nivel y el segundo; o también porque se han cometido muchos errores en las empresas, se asumen riesgos elevadísimos que son imposibles de amortizar. Muchas empresas vivían exclusivamente de los ingresos públicos, han caído las ventas y hay gente que no ha sabido convertir su producción en una producción casi de economía de guerra. Es muy complicado en este momento tener una empresa creativa de base cultural que se sostenga, incluso que tenga recorrido. La mayor parte de los espectáculos que se producen se quedan sin gira porque no son absorbidos por el mercado.

-¿No interesan, no vende, no son creativos... qué ocurre?

-También pasa que hay mucha homogeneidad en los contenidos, mucha tendencia a hacer contenidos fáciles de consumir, es todo comedia, ja, ja ja. Pero cuando te metes un poco en hondura, cambia. Acabamos de estrenar un trabajo maravilloso que se llama Arizona sobre el problema de las fronteras entre territorios y en cuanto a una administración le planteas un tema que pueda ser mínimamente conflictivo se retira.

-¿Vivir de la subvención no te hace perder la independencia, libertar creativa?

-Hay productos que están asociados a alguna marca comercial, que va un famoso y tienen tirón. Y otros productos que no tienen ese valor, esa fortaleza y tienen dificultades porque en este país la mayor parte de la gente consume lo que ve en la tele. La administración tiene que apoyar la cultura, debe haber un incentivo para generar espectáculos que no son tan comerciales pero que tienen alto valor artístico porque asumen propuestas de riesgo y son necesarios para que una sociedad se desarrolle.

-¿El tan cuestionado IVA cultural realmente ha sido la estocada para el mundo del arte?

-El IVA nos ha matado, el Gobierno se ha posicionado clarísimamente en una postura an-ticultura. Cuando tú penalizas un sector de esa manera es porque no te importa nada. En vez de fomentar y apoyar el consumo cultural, lo que hacen es gravar un producto con un impuesto directo que sube un 21 por ciento el coste, es una burrada, es una brutalidad.

-¿Confía en que cambie la situación?

-No tengo absolutamente ninguna esperanza. El problema es que no hay una política cultural, legislan y trabajan para cuatro años electorales. Y lo hace la derecha, la izquierda, el centro, los de arriba y los de abajo. Yo estoy en una comunidad donde gobierna el PSOE desde hace 37 años y la política es la misma. Son políticas cortoplacistas y hay una injerencia brutal en la gestión de la cultura.

-Qué sería del mundo sin los actores, los escritores, los creativos en general...

-Un país sin cultura no tiene pies, no tiene ética, ni valores ni nada, es fundamental. Quiero que mi hijo vea las cosas con capacidad crítica y analizarlas, y reírse y llorar. Hay que formar ciudadanos críticos, no borregos y analfabetos. Y luego hay un abandono de la cultura por parte de los grandes medios de comunicación tremendo; todos los días ponen media hora de deportes en la tele y qué pasa con la cultura. Canal Sur no saca una noticia de teatro en esta comunidad (Andalucía) y así no llegamos a ninguna parte.

-Pese a todos los problemas, su socia Gema Matarranz es finalista en los Premios Max con Blanca Portillo y Rebeca Valls nada menos, todo un mérito.

-Para Histrión haber llegado a esa terna de finalistas es un reconocimiento total y el premio para nosotras está dado, conseguido y merecido. Gema es una actriz brillante, lleva encima del escenario desde el año 94 y todos los trabajos que ha hecho han sido premiados. El trabajo de Gema es brillante y el jurado lo ha entendido independientemente de donde venga esta actriz. El premio es ya estar ahí para nosotras.