Apasionada por el arte desde los 14 años, cuando comenzó a estudiar en su Varsovia natal, Aneta Badziag llegó a la fotografía, su verdadera vocación, después de una formación que la llevó primero a la Escuela de Cine y después al diseño gráfico. Con todo ese bagaje, presente en so obra, se presenta en el Parador de Zamora, al que denomina su segundo hogar, para presentar su primera exposición en la capital.

-¿Cómo surge esta nueva muestra, que ahora presenta en Zamora?

-La obra completa se ha creado en España, aunque comencé a desarrollarla en Polonia. Cuando estaba comenzando decidí viajar aquí por intuición y en este país es donde realmente ha florecido. La mayoría de estas obras están basadas en paisajes, pero también en interiores, como los cortijos de Andalucía, que me encantaron.

-¿Qué es lo que la inspira como fotógrafa?

-Generalmente me inspira mucho la naturaleza, pero también la persona que está montada en esa naturaleza. Estas obras están reveladas en papel fotográfico y están hechas con una base de fotografía pero yo no las llamaría fotografías porque son mucho más complicadas. Se acerca más bien a composiciones. Trabajo en el estudio con cada persona que está montada en mi obra y luego voy en busca del paisaje apropiado para esa persona o pareja en algunos casos. Después, uno ambos momentos.

-Esa manera de trabajar complicará el proceso

-Se trata de obras suficiente complicadas, porque aunque uso material fotográfico no existe ningún tipo de cámara que pudiera hacer el tipo de fotografía que yo hago. No existen objetivos que fotografíen un ángulo de 180 grados horizontal y otros 180 en vertical. Todo este proceso lo hago toma por toma y luego las monto manualmente y consigo ese efecto particular. Esta característica se ve especialmente en los espacios interiores, ya que les aporta una profundidad muy bonita y grande. Además, en espacios naturales este método me permite conseguir mucho más paisaje que el que se logra solo de una toma.

-¿Cómo busca a sus modelos?

-Cuando ya tengo montado el paisaje, que me lleva muchas tomas y muchas horas, busco las personas que quiero en él y el significado que quiero transmitir.

-¿Qué es lo que necesita para inspirarse de cara a una nueva composición?

-Lo que me inspira usualmente son los paisajes y las personas. No me imagino mi obra sin la persona. Me encanta el ser humano, sus sentimientos, lo que experimentan y su fuerza. Considero que el paisaje y la persona se están apoyando uno a otro para dar un significado a mi obra.

-¿Ha encontrado también la inspiración en los paisajes zamoranos?

-En esta exposición, aunque sea de España, de momento no hay ninguna fotografía basada en paisajes de Zamora, pero suelo viajar mucho aquí y tengo muchas imágenes de sus alrededores, especialmente paisajes, que me alucinaron desde el momento en el que los descubrí. No he visto en mi vida nada tan bonito. Tengo un material extremadamente bello para trabajar con él y montarlo en mis próximas obras. Alba, Aliste, Carballeda o Sanabria, tiene unas imágenes duras, medievales, místicas y mágicas.

-¿Qué quiere transmitir con su obra?

-Generalmente, sentimientos. Se ve en cada composición, donde se transmite un sentimiento de un acontecimiento que ha pasado. El paisaje apoya mucho este sentimiento, este estado de ser de la persona. Además, creo que vengo de una cultura diferente, que tiene otro peso diferente que aquí en España. Si se estudia un poco a los artistas de Polonia, desde músicos hasta pintores o fotógrafos, se nos ve muy melancólicos, porque llevamos una historia detrás muy dura. Creo que esta melancolía se pasa de una generación a otra y es lo que yo llevo, aunque no sea algo que esté pensando, sino que sale de mí. Yo pongo las personas como me parece que transmiten lo máximo que quiero que transmitan. La fotografía, de esa forma determinada, crea una obra muy onírica o melancólica. Pero realmente no sé cómo llego a ese punto , es algo que viene de mí, algo muy natural para mí.

-El color también es un aspecto importante en su obra?

-Por supuesto, de hecho, no me imagino obras mías en blanco y negro. Estas composiciones, tras juntar paisaje o interior con la persona, pasan por dos meses de edición en ordenador más o menos. Ahí es donde construyo la luz que me interesa y no estaba antes en la fotografí a y sobre todo el color, reconozco que lo subo mucho porque a me encanta y para mí tiene significado propio.

-¿Se podría decir entonces que en su obra hay tanto trabajo detrás del objetivo como delante de la pantalla?

-Yo diría que incluso más delante del ordenador, para mí es un instrumento tan importante como la cámara.

-¿Cómo recibe el público este tipo de exposiciones tan particulares?

-Estoy encantada en ese sentido, para mí es algo increíble porque no importa el tipo de persona, su condición social, procedencia ni su edad. Mayores y jóvenes me dicen que son composiciones preciosas, que les encantan y que sienten mucho viendo mi obra. Realmente esa es mi meta, lo que más me interesa, porque yo siento mucho cuando estoy en pleno proceso y creo que así he logrado mi objetivo de transmitir.