Mantiene la plena lucidez y esa capacidad única para elaborar un cine personal e imaginativo, con un sentido del humor a veces macabro que forma parte de su ADN. Son cualidades que ahora encauza a través de un género que conoce a fondo y que aun no había abordado en la pantalla, el ´spaghetti-western´, es decir la vertiente italiana de un cine que devoró durante su juventud y que ahora interpreta en función de sus propios criterios.

De este modo, tres años después de su espléndida 'Malditos bastardo', que afrontaba el relato bélico, el autor de ´Pulp fiction´ y de ´Kill Bill´ nos regala un producto notable, brillante, sumamente violento y divertido que encaja con plena coherencia en su filmografía.

Ganadora de dos Globos de Oro, los de mejor guión original y mejor actor de reparto, de nuevo para Christoph Waltz que ya lo logró con ´Malditos bastardos´, está nominada a cinco oscars, incluidos estos dos últimos apartados, y ganadora de dos. La única sombra que se cierne sobre la cinta es un exagerado metraje, 165 minutos, que crea algún desajuste esporádico en la segunda mitad de la proyección.

Ambientada en la Norteamerica del XIX, dos años antes de la Guerra Civil norteamericana, la mirada de la cinta se dirige al tema de la esclavitud. Es especialmente significativa y espléndida una primera parte que se apoya en un guión sumamente ocurrente que conducen tanto el talento del director, que es responsable único del mismo, como los dos protagonistas, un Jamie Foxx que incorpora a Django, el esclavo negro que va a ver cómo su vida experimenta subitamente un giro radical, y un Christoph Waltz que da vida al doctor alemán King Schultz, que deambula por Texas en su función de cazarrecompensas. El destino quiere que estos dos hombres se encuentren y de esta forma se origina un equipo tan pintoresco como eficaz. El segundo presenta al primero, que forma parte de una comitiva de negros encadenados, una oferta irrenunciable, prometiéndole la libertad y una cantidad de dinero si le ayuda.