Sugerente, deliberadamente ambigua en determinados aspectos y emotiva, esta nueva visita a los estragos de los campos de concentración nazi ofrece una concepción distinta y original del tema que permite entrar en detalles en buena medida inéditos.

Basándose en la novela de Hubert Monteilhet Regreso de las cenizas, nos invita a conocer la intimidad personal y psicológica de una mujer, Nelly, que ha sobrevivido milagrosamente en el campo de exterminio de Auschwitz pero que ha pagado por ello, con un rostro totalmente desfigurado, un precio muy elevado.

Una historia empapada de dramatismo que va subiendo en interés y en intensidad a medida que avanza la proyección y que supone uno de los mejores trabajos del director alemán Christian Petzold, autor también de la soberbia Bárbara, galardonada con el Premio FIPRESCI de la Crítica en el Festival de San Sebastián.

Una película que, incluso, termina de forma apresurada y sin dejar resueltas todas las dudas. Aunque el director es, una vez más, la figura determinante de un relato que recrea la Alemania en ruinas de 1945, al final de la segunda guerra mundial, con inequívoca precisión y revelando todos los entresijos del argumento, aquí ha contado con un instrumento esencial que permite que un concierto tan arriesgado no desafine ni una sola nota.

Se trata, por supuesto, de la actriz Nina Hoss, que asume el papel de Nelly y que dota al mismo de todos sus recursos, aunque sea el final, cantando en inglés una canción que es todo un recital de voluntades, cuando logra su verdadero cenit. En su estrategia para llegar al corazón de Johnny se hace patente la fuerza de su amor. Nelly, con su rostro reconstruido, está en vísperas de cobrar una copiosa remuneración como judía víctima de los campos de exterminio. Por eso ha regresado a Berlín y tiene como asistente a la eficiente Lene. Para ella es la ocasión, a sabiendas de que sigue vivo, de encontrar al hombre de su vida, Johnny.