Al fin llega a nuestra cartelera 'Star Trek: En la oscuridad', la segunda entrega de la remozada saga que comanda J.J. Abrams, que en su segundo, y puede que último, viaje al frente del Enterprise se supera a sí mismo para firmar un admirable y equilibrado espectáculo.

Hace poco más de cuatro años, Abrams reinició la longeva franquicia con una cinta capaz de enganchar al gran público totalmente ajeno a la saga y que a su vez era lo suficientemente respetuosa con la vasta mitología de la misma como para ganarse el favor de los trekkies. El creador de 'Perdidos' resucitó una marca reservada a un target muy concreto, incluso ridiculizada por muchos, y la convirtió en un producto accesible pero también inteligente, técnicamente brillante y muy emocionante. Entretenimiento del bueno para todos.

Ahora, en su continuación, Abrams perfecciona la fórmula (destellos incluidos) hasta alcanzar el notable alto y firmar el que puede ser el blockbuster más completo y redondo de la temporada estival, amén de una de las mejores superproducciones de ciencia-ficción de los últimos años. ¿Algo exagerado? Puede que sí, pero lo cierto es que 'Star Trek: En la oscuridad' tiene de todo para todos.

La nueva cinta de J.J. cuenta con unas escenas de acción portentosas, un festín visual amplificado por un más que correcto 3D que, por cierto, fue convertido desde IMAX, el formato para el que fue concebida y por tanto el más recomendable. Presenta una historia atractiva que, si bien no es nada rompedora, consigue no bajar el pistón en ningún momento e ir deslizando en sus dosis justas unas gotas de romance, buenos golpes de humor, geniales homenajes a la saga -y al cine de su adorado Spielberg- y algún giro interesante. Goza también de una música imponente a cuenta del oscarizado Michael Giacchino. Una partitura superlativa que se queda resonando en tu cabeza horas y horas después de salir del cine.

CUMBERBATCH, IMPONENTE

Además, y sin olvidar que este tipo de producciones pierden mucho si el malo no mola incluso más que todos los buenos juntos, la nueva Star Trek tiene en nómina a un villano de categoría. Se trata de -así debemos llamarle... de momento- John Harrison, al que da vida uno de los actores de moda: Benedict Cumberbatch. El protagonista de la serie ´Sherlock´ encarna a un miembro renegado de la Flota Estelar del que conviene decir más bien poco salvo que es "una puta máquina" y que está monumentalmente interpretado por el británico.

Él será quien ponga en jaque a la organización a la que un día perteneció y quien obligue a Kirk (Chris Pine), Spock (Zacary Quinto) y el resto de la tripulación del Enterprise a embarcarse en una misión suicida para intentar neutralizar su letal amenaza en un clima de tensión prebélica. La guerra con los klingon está a punto de estallar y Kirk y su equipo deberán andar con pies de plomo en el enmarañado juego de engaños y lealtades enfrentadas que irán encontrando a medida que avance su aventura.

Una aventura que, con la sombra del Episodio VII de Star Wars asomando ya en el horizonte (Disney ha anunciado su estreno para verano de 2015), se antoja como la última de Abrams en el puente de mando del Enterprise. Pero antes de cambiar de acera, entre destello y destello, el bueno de Jeffrey Jacob ha conseguido -con la inestimable ayuda de 'The Big Bang Theory'- lo que hace tan solo un lustro pocos podían imaginar: Ahora la gente se pelea por decir que le gusta Star Trek.