Podría catalogarse de decepción si se hubiera puesto demasiada fe en ella, pero es verdad que el que más y el que menos dudaba bastante, tras los más que discutibles resultados de la saga ´Crepúsculo´, en el plano cinematográfico que no en el comercial, por supuesto, de que la nueva novela de Stephenie Meyer diese demasiado de sí en su temprana adaptación a la pantalla.

Los defectos, desde luego, están por encima de las escasas virtudes y se plasman en unos diálogos a menudo pedantes y en notorios desfallecimientos en el ritmo. Tanto es así que aunque el planteamiento de la cinta es bastante original, lo que en realidad vemos no es otra cosa que una visión propia de una fotonovela con tintes románticos ambientada en un futuro indeterminado. Y dentro ya de este esquema argumental, salta a la vista que el romance y ciencia-ficción no acaban de encajar en la medida necesaria.

La operación, tripulada por la propia novelista, que ejerce de productora, será también rentable, entre otras cosas porque este texto ocupó durante 26 semanas el número uno de la lista de superventas del New York Times, pero menos, y por supuesto restará crédito a un director, Andrew Niccol, que había firmado dos títulos muy solventes de cine fantástico, ´Gattaca´ e ´In Time´.

Debe valorarse, sin duda, el esfuerzo de Saoirse Ronan, que es con mucho lo mejor del reparto.

El guión insiste en un ´leit motiv´ de la literatura futurista, la invasión incruenta de nuestro planeta por alienígenas, aunque deben hacer frente todavía a pequeños grupos de resistentes. La novedad, indiscutible, reside en que los extraterrestres son conocidos como "almas" que actúan introduciéndose en la mente de los seres humanos.