Este libro nació hace unos tres años en la oficina de la entonces secretaria del Ayuntamiento de Luelmo, Mariví Chimeno. «Ella fue la que me animó a hacer algo sobre la cocina de nuestros abuelos. Al principio no estaba yo muy por la labor porque no estaba por aquí y tampoco lo veía muy claro. Pero me convenció» recuerda Miguel Ignacio Picazo. Mariví sabía a quién se lo sugería. Un incondicional amante de Sayago - «soy feliz en Luelmo, no me hace falta nada más» confiesa- y un hombre del oficio.

Miguel Ignacio Picazo es jefe de cocina de la Academia de Policía y Emergencias del País Vasco en Vitoria. Y aunque bilbaíno de Santurce, Míchel (como le conoce todo el mundo) lleva esta comarca del oeste zamorano muy dentro desde que se casara con una sayaguesa de Luelmo. Tal es el encariñamiento por su pueblo de adopción que no hay otro lugar de vacaciones para la familia. Cada mes de agosto se asientan en Luelmo como unos vecinos más y Míchel se ha involucrado hasta entrar en las cocinas de las abuelas y desentrañar el misterio de esos guisos auténticos elaborados al calor de la lumbre con los productos que tan generosamente ofrece esta tierra.

Fue así como vio la luz «Potes y pucheros sayagueses», un libro «dedicado a las abuelas y abuelos de los pueblos de Sayago», sin cuya sabiduría y buen hacer en las cocinas hubiese sido imposible este libro. Nonagenarias como Mercedes Garrote, Elvira Barbero o Antonia Blanco han aportado su saber popular para inmortalizar esta pequeña historia de la cocina sayaguesa. Y muchas personas más.

Porque, una vez tomada la decisión de escribir, el autor no quería quedarse en la mera receta; «cuando hablaba con las personas no quería saber cómo hacía el plato sino por qué y para qué», cuenta Miguel Ignacio Picaza.

Desde la portada hasta la contraportada «Potes y pucheros sayagueses» es un tratado auténtico sobre Sayago. Y así lo demuestra la presentación, con una fotografía de un huerto sayagués y un cigüeñal con la herrada, para sacar agua del pozo. Una idea de Estíbaliz Picaza, que ha colaborado con su padre en este proyecto, tanto en ideas como en diseño, maquetación y fotografía.

La obra parte de lo gastronómico, sí, pero a la vez describe un modo de vida y exprime las esencias de una comarca única y auténtica. «A diferencia de grandes profesionales de la cocina tradicional y de la nueva cocina, donde una de las principales tareas diarias es ir al mercado para poder elegir los productos más frescos y de temporada, nuestras abuelas van cada día a la huerta, donde han cultivado todo tipo de verduras y legumbres, sin olvidar los esfuerzos que esa labor tiene. Porque hoy es el día que más de una señora tiene que ir a regar tirando del cigüeño» cuenta el autor en la presentación.

Y todo ello sin olvidarse de los «suculentos pollos de corral de plumaje rojo brillante» o las terneras sayaguesas, que «me atrevería a decir que no pasando mucho tiempo serán de lo mejorcito del mercado nacional, si no lo son ya».

¿Qué distingue a la cocina sayaguesa? «Nunca te olvidas de sus bases: la huerta y el corral. Es una cocina que no pasará nunca de moda» opina Míchel. Y con esa premisa, el libro presenta alrededor de cincuenta platos, donde no falta el bacalao, el cordero, los guisos de morcillo y ternera, el hornazo, el pollo o las variadas preparaciones de patatas (aconejadas, con pulpo, machadas, guinzonas, con bacalao...) y hasta una «excitante» tortilla de lagarto según la receta de Miguel Marino, de 84 y natural de Gamones. «Una receta antigua, ya que el lagarto hoy en día es un animal protegido», puntualiza el autor.

Tampoco faltan los postres. Flanes, chicos, bizcochos, mermeladas, rosquillas, natillas, torrijas, dulce de calabacín, periquillos o tartas.

Míchel ha bebido de la sabiduría de personas mayores que generosamente le han contado los entresijos del pote y el puchero. Hay informantes de Gamones, Torregamones, Fermoselle, Monumenta, Moral, Bermillo, Fresnadillo y, por supuesto, Luelmo.

Y el libro además se enriquece con las colaboraciones de especialistas en productos distintivos de Sayago: el aceite de oliva sobre el que escribe Julia Sendín, «el oro de nuestra comarca sayaguesa en los Arribes del Duero zamoranos». O las no menos populares ancas de rana y los chichos, a cargo de Luis Miguel Conejo. Los quesos y vinos, descritos por Sara Groves y Patxi Martínez; el maridaje de vinos con la gastronomía arribeña a cargo de Jesús Pastrana. O las setas, sobre las que escribe Manolo Santos. «Parece que esta comarca no tiene tradición micológica, pero el artículo de Manolo nos demuestra no es así», puntualiza Picaza. O el artículo sobre el cordero sayagués del propio autor.

Aquella idea de Mariví Chimeno es hoy un legado para las nuevas generaciones, un práctico utensilio para degustar la comida de los abuelos en torno a una buena mesa.

El libro ha sido editado por Semuret y está a la venta al precio de 15 euros.