Agua, harina y aceite. Estos son los tres ingredientes básicos del frito más festivo: los churros. Una fórmula simple con un resultado gustoso y crujiente, especialmente si se toman recién hechos. No se puede decir que el churro sea una fuente de vitaminas o antioxidantes, pero sí que es una deliciosa manera de tomar carbohidratos complejos y una buena ración de aceite.

Este normalmente es de girasol si el churro es de churrería, pues el de oliva, que sería el más recomendable desde el punto de vista nutricional, deja un sabor demasiado intenso €y, por qué no decirlo, tiene un precio considerable€. De todas formas, el churro no aporta grasas saturadas, colesterol ni, en general, un exceso de azúcar.

Lo único que tener en cuenta es que es un alimento energético (400-500 kcal/100 g) y que si la fritura no está correctamente realizada o el aceite está requemado, puede ser indigesto. Bien hecho, es un placer reconfortante a primera hora de la mañana, como merienda o después de una noche larga. Sobre todo, si se acompaña de un chocolate. No es para incluir cada día en el menú, pero sí un gusto asequible para días o noches en que se necesite energía extra.

- Los churros correctamente elaborados son aptos para personas con problemas de colesterol, aunque en cantidad moderada (para cualquier persona, una ración equilibrada de churros sería de 40-50 g).

- Un churro más cardiosaludable sería frito con aceite de oliva y acompañado de un chocolate hecho sólo con chocolate negro.

- Los churros tibios son más digestivos que los calientes.