Opinión

Pablo Rodríguez Calvo

Mi pequeño relato de la Semana Santa, para mi abuelo Antonio "El Papelines"

La mejor Semana Santa se hace desde dentro, desde los sentidos, desde los sentimientos, desde la sencillez, desde abajo

Pablo Rodríguez Calvo

Pablo Rodríguez Calvo

Parece que va a llover mucho esta Semana Santa. Lágrimas del cielo. Lágrimas por todos aquellos que ya no están. Lluvia que, sin duda, no será favorable para nuestra Semana Santa.

Tengo 12 años. Desde el mismo día en que nací el 9 de Mayo de 2011 soy hermano de las tres cofradías a las que pertenecía mi abuelo Antonio Rodríguez Domínguez "El Papelines". La Vera Cruz, Jesús Nazareno y la Resurrección.

En mi casa somos Semana Santa. Vivimos la Semana Santa de Zamora. Mami dándolo todo en sus retrasmisiones televisivas. Papi, siempre debajo de la túnica de mi abuelo Antonio, que era la de mi bisabuelo Pablo, en la Vera Cruz, y en la de Jesús Nazareno. También cargando con la Virgen del Encuentro del Domingo de Resurrección, de la que también era cargador mi abu Antonio y de la que seré yo en cuanto cumpla los 18 años.

Mi abuela Tina, mis tíos y mis primos. Generaciones de semanasanteros de Zamora que hemos aprendido a amar una de nuestras mejores tradiciones religiosas, culturales y sociales desde la sencillez, desde la herencia de la hermandad, desde el sentimiento colectivo de un pueblo.

Mi abuelo Antonio me inculcó el amor a la Semana Santa de Zamora. Hasta que nos dejó, ahora hace dos años, siempre estuvo pendiente de los cordones, de las cruces, de las varas, de los medallones, de los guantes, de los imperdibles, del pañuelo… De todos esos pequeños detalles imprescindibles para que el día de la procesión desfilemos. Siempre con ese carácter divertido, cariñoso y sarcástico con el que me contaba todas sus anécdotas de una vida entera implicado en una de sus pasiones, la Semana Santa, especialmente en la Cofradía de la Resurrección, la de su barrio de La Horta, nuestro barrio.

Dice papi, y me decía mi abuelo, que la Semana Santa es de todas las buenas gentes de Zamora, de las que de manera anónima han ido, van e irán debajo del caperuz o de los pasos durante siglos de historia

También gracias a Rosi y a Macu, porque ellas fueron las que se encargaron de confeccionar y coser mis primeras túnicas de la Vera Cruz y Jesús Nazareno cuando no tenía ni un año, allá por mi primera Semana Santa de 2012.

Todos estos años me han servido para sentir la misma pasión de mi familia por la Semana Santa de Zamora. Seguro que todos los pregones hacen referencia a nuestros sentidos. El olor a primavera, a madrugada, a incienso, a esa fragancia incomparable de la túnica debajo del caperuz, o esa evocación entre gusto y olfato a almendra garrapiñada o a sopas de ajo.

El sonido persistente de la música de bandas de cornetas y tambores, de las infinitas marchas fúnebres interpretadas magistralmente por las bandas de aquí y de tantos otros lugares. Del Merlú, de la carraca de las Capas Pardas, de los coros de las distintas cofradíaLos atronadores cohetes del Domingo de Resurrección, antes de salir la procesión y después con disparos de fogueo en el Encuentro de la Plaza Mayor.

Las imágenes inalterables en nuestra memoria de pasos, túnicas y desfiles milimetrados por las calles de Zamora. De miles de personas que comparten un sentimiento arraigado desde hace siglos.

Devoción por nuestras imágenes y por nuestros imagineros. Por nuestros grupos escultóricos. Por las reverencias, por el maravilloso esfuerzo de llevar sobre nuestros hombros mucho más que un paso o debajo del caperuz una creencia religiosa.

Mi abuelo Antonio siempre me contaba que la mejor Semana Santa se hace desde dentro, desde los sentidos, desde los sentimientos, desde la sencillez, desde abajo. Para él la Semana Santa era eso y así la entendía. Y de ello me siento orgulloso.

Escribo esto con mucha tristeza. Porque parece que la lluvia augura que algunos desfiles pueden no salir a la calle.

Desde que nací he vivido emotivamente la salida de la Vera Cruz desde el Museo de Semana Santa y desde la Iglesia de San Andrés, con esa melodía de fondo "La Cruz", marcha de Ángel Rodríguez Miguel, y esa ha sido una de mis primeras sensaciones que llevo grabadas.

Este año, que ya soy más mayor, quería sentir ese momento mágico que es la salida de Jesús Nazareno desde la Plaza Mayor, desde la Iglesia de San Juan, a las 5 de la mañana, con ese himno de Zamora que es la marcha fúnebre de Thalberg. Mi padre y mi abuelo siempre me han contado que cuando desfilan los pasos y se levantan las cruces de miles de hermanos de la Cofradía hacia la Plaza de Sagasta es algo difícil de expresar. Que hay que estar dentro de la túnica, con el medallón y con la cruz levantada para comprender algo tan excepcional.

Quizás, como dice papi y decía mi abuelo Antonio, se trata de un momento, la salida de Jesús Nazareno a las 5 de la mañana desde San Juan, que supera la realidad terrenal y desde dentro, desde la multitud de miles de nazarenos, quizás estamos más cerca de percibir la divinidad o el hecho de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Dice papi, y me decía mi abuelo, que la Semana Santa es de todas las buenas gentes de Zamora, de las que de manera anónima han ido, van e irán debajo del caperuz o de los pasos durante siglos de historia. De los imagineros, de los que trabajan para mantener el patrimonio artístico, de los que tallan y hacen las mesas, de músicos y compositores, de todos esos grupos fantásticos que se lo curran día a día durante todo el año. De los medios de comunicación y de las instituciones que tanto la promocionan. De los presidentes, abades, responsables y directivos de las cofradías y hermandades. De las casas de Zamora repartidas por toda España. De hosteleros y comerciantes. De fuerzas y cuerpos de seguridad y del ejército.

Pero también me han dicho siempre que en el camino, en el más reciente, hay gente como Eduardo Pedrero, Andrés Luis Calvo, Antonio Pedrero, Isabel García, Miguel Ángel Pertejo, Luis Felipe Delgado, Chele Pozas, Dionisio Alba, Antonio Martín Alén o Pedro Hernández, por citar a unos pocos de muchos, que hicieron todo para que nuestra Semana Santa sea una referencia internacional, una seña de nuestra identidad. Gracias a tod@s.

Sea como sea, yo soy semanasantero y de Zamora. Como mi abuelo Antonio "El Papelines" a quien tanto quiero y que seguro que estará feliz en el Cielo.

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