Parecía que estaban esperándola. Y ahora, cuando ha vuelto, todo se vuelve contra ella por quítame de ahí esa deuda. Como saben, Rocío Carrasco, que regresó a televisión demostrando que es una experta en fingir orgasmos, colabora en Hable con ellas, es decir, que por poco que haga la muchacha, algo gana.

Pues la justicia ha dicho, oiga, ese sueldo es mío. Parte del mismo, dicen las crónicas, se lo han embargado para pagarle al que fuera cochero de su familia, José María Franco, cuando vivía la Jurado , que saltó a los platós al morir «la más grande» -es una de esas coletillas pánfilas que dicen en los programas sin pensar- para largar pestes del clan. Roci-Hito -qué grande Maruja Torres, que se inventó la maldad- enfureció, denunció al bocazas televisivo, y perdió. Era el año 2007, cuando Antena 3 aún hacía programas del chichi.

Rociíto dijo entonces que no tenía dinero, que era insolvente -hay trolas más ingeniosas. Pero ahora, trabajando, y se supone que cobrando, a pesar del Gobierno y la CEOE, y de Christine Lagarde , presidenta del FMI -más de medio millón de euros al año, la madre que la parió, el pasado ha vuelto contra Rocío en forma de reclamaciones. A la del cochero y hombre de confianza se ha unido la de Hilario López Millán, periodista de la braga, quien le reclama 12.000 euros. Total, el sueldo a la mierda.

Así no hay quien levante cabeza. Es más, a la nueva trabajadora le hubiera traído mejor cuenta quedarse en casa, escondida, lamiéndose su indigencia por las esquinas, que intentar trabajar, que sale carísimo. Mariano Rajoy y los suyos son unos lumbreras.