Reitera una vez más el buen hacer del director irlandés Neil Jordan, responsable de una obra que no ha terminado de cuajar pero que ofrece estímulos a tener en cuenta en los géneros más diversos y que se apoya a menudo en la impecable dirección de actores.

En ‘La viuda’ se adentra de nuevo y de lleno en el thriller de terror, impactando al público que disfrutó con ‘La extraña’ que hay en ti y, en menor medida, con ‘Desayuno en Plutón’.

Y si no sale totalmente airoso del reto de crear un clima de angustia y de tensión, sí que transita con precisión por estos derroteros que tanto le atraen. Ganador del Oscar al mejor guión por Juego de lágrimas en 1992 y nominado al Globo de Oro a la mejor dirección por la misma cinta y por la soberbia El fin del romance (1999), si algo funciona de modo impecable en su obra es la espléndida y exquisita realización y el control de los recursos narrativos.

Aquí hace una clara ostentación de estos privilegios valiéndose de la interpretación de dos actrices soberbias, la ilustre veterana francesa Isabelle Huppert y la joven norteamericana Chloe Grace Moretz. Las dos saben poner de su parte todo aquello que siembra la cinta de unas dosis de miedo más que considerable, acumulando en sus minutos finales algún que otro momento de pesadilla. Las dos son mujeres muy distintas que se conocen cuando la mayor, Greta, se deja el bolso en un asiento del metro y lo encuentra la más joven, Frances.

Una supuesta casualidad que da la impresión de estar totalmente forzada que marca el comienzo de una amistad que se va asentando pero que deja entrever no ya aspectos nada tranquilizadores, incluso terroríficos.

Aunque el tema no es rabiosamente original y ha dado pie a películas muy conocidas, entre ellas El coleccionista de William Wyler, Jordan tiene la virtud de evitar caer en el puro remedo, llevando las cosas hasta unos límites extremos que superan todo lo previsible. Lo que nos regala no es nada relevante, pero tampoco una mediocridad.