Puede que exagere los términos de la austeridad narrativa y que de ello se resienta ocasionalmente el ritmo de la historia, pero este relativo inconveniente no afecta para nada a lo que pasa por ser un análisis maduro y revelador de unos personajes, jóvenes treintañeros sumidos en una crisis que afecta a todos los aspectos de su vida y con un futuro incierto.

Segundo largometraje de la realizadora catalana Elena Trapé, que debutó en 2010 con ‘Blog’, hizo su triunfal presentación en las pantallas españolas en el Festival de Málaga, donde acaparó los galardones más importantes, la Biznaga de Oro a la mejor película, la de Plata a la mejor dirección y una segunda del mismo metal para la mejor actriz.

Lástima que nos llegue en su versión en castellano, aunque los propios actores se han doblado a sí mismos. El peso de la trama descansa sobre un grupo de cinco amigos que se reúnen en el piso de uno de ellos en un Berlín frío, gris y nada sugestivo.

El detonante de lo que vamos a ver no es otra cosa que el afán de sorprender de cuatro amigos que llegan desde Cataluña y se presentan por sorpresa en el piso de un quinto, Comas, que reside en la capital alemana. La cámara capta con precisión las reacciones de unos y de otros, especialmente de los «invasores», que piensan que son muy bien recibidos, y del «invadido», que no puede disimular el contratiempo que representa la visita inesperada, aun más si se repara en que la misma incluye a Olivia, que está embarazada de siete meses de Comas en el marco de una relación nada convencional.

Con este panorama, las reacciones de unos y de otros, la escasa satisfacción que en definitiva provoca esta circunstancia, configuran un sentimiento cercano a la frustración. De ahí que unos se vayan, otros intenten quedarse y hasta aparezcan personas que alteran sin pretenderlo el sentido de las cosas.

En fin, que el afán de solucionar los problemas puede provocar precisamente todo lo contrario. Lo interesante de la cinta es que los diálogos y las reacciones de los personajes son plenamente identificables, de modo que todos ellos conectan con una realidad que no puede ocultarse. Lo hace, sin duda, con el respaldo de una magnífica interpretación en la que se deja sentir el vigor y la naturalidad.