Podría calificarse de broma de mal gusto con tintes negrísimos o de disparate cómico sin barreras ni limitaciones que plantea la hipótesis descabellada del fin del mundo sobre la base del mensaje que está emitiendo un extraño individuo de baja estatura que asegura ser Dios y que tiene una misión trascendental que cumplir, elegir a las dos únicas personas que sobrevivirán a esta peculiar forma de holocausto.

Presentada en la Semana de Sitges Cataluña, donde se hizo con el Premio del Público a la mejor película, sorprende por sus dosis de imaginación y de atrevimiento, con ingredientes que pueden incluso irritar a algún sector del auditorio, aunque está claro desde el principio que las consideraciones de tipo religioso o las supuestas blasfemias encajan en el seno de una broma mayúscula y ciertamente osada.

El punto de partida no es otro que la Navidad y lo que parece una cita tradicional para cenar se va transformando en una tremenda discusión entre los cuatro comensales, dos hombres y dos mujeres que van a vivir, sin saberlo, la situación más trascendental de sus vidas.

Todo se sitúa en estos márgenes insospechados, con toques surrealistas, en los que el supuesto Dios, que se ve obligado a demostrar sus poderes para vencer la lógica resistencia a que los demás crean su alucinante mensaje, ingresa en la aislada mansión de los cuatro protagonistas y pone al tanto a éstos de lo que se avecina. Lo más terrible, si no era suficiente con el macabro anticipo, es que Dios o quien quiera que sea les pone al tanto de que solo habrá dos supervivientes cuya identidad ellos mismos anunciarán.

A lo largo de los debates que suscita semejante relato se va caldeando hasta tal punto el ambiente que no sorprende que la tensión vaya in crescendo y que los celos, la frustración, el sexo y la violencia se apoderen de la pantalla. En este aspecto hay que elogiar el buen trabajo interpretativo de los cuatro personajes que llevan la batuta, que a pesar de que empiezan dudando de lo que están contemplando, y no es para menos, terminarán entrando de lleno en materia y no tendrán reparos en cometer cualquier crimen para salir adelante vivos.