Con el paso del tiempo, el estilo de vida y las necesidades de cada persona van cambiando. Y la alimentación siempre ha jugado un papel fundamental en cada uno de esos cambios, aunque muchas veces no se le dé la importancia que en realidad se merece.

Para estar sanos y tener un desarrollo completo es necesario llevar una alimentación sana equilibrada a lo largo de toda nuestra vida. Y como la nutrición no es igual para los niños que para los adultos, un estudio de la Universidad Complutense de Madrid nos da los alimentos que se deben consumir o no dependiendo de la edad. Porque definitivamente, somos lo que comemos.

En la infancia

Mantener una correcta alimentación en la infancia puede prevenir de muchas enfermedades en la edad adulta. En esta etapa los niños deben comer de todo, llevando una dieta variada y equilibrada que les aporte los nutrientes, la energía y las proteínas necesarias para afrontar el día a día.

En esta época los niños deben consumir muchas proteínas de buena calidad (carnes, pescados, huevos o lácteos) para hacer frente al crecimiento. Las raciones de hidratos de carbono que se deben consumir en la infancia son similares a las de los adultos y deben proceder principalmente del arroz, pan, pasta, legumbres, hortalizas o frutas.

Hay que cuidar especialmente la ingesta de calcio (leche, yogur o queso), hierro y vitaminas A (zanahoria, brócoli, paté...) y D (salmón, sardinas...) para prevenir la anemia y fomentar el buen crecimiento de los huesos y dientes.

Es necesario fomentar el ejercicio físico en el niño y controlar el consumo de chucherías, dulces, snacks y refrescos.

En la adolescencia

Esta etapa de crecimiento y de cambios corporales se necesitan mayores cantidades de energía y nutrientes que en la infancia. Además, a diferencia que en la etapa anterior, en la adolescencia las necesidades nutricionales entre sexos no son iguales (especialmente las de proteínas, energía y hierro).

Las proteínas deben suponer un 15% de las calorías totales y deben ser de alto valor biológico (pescados, lácteos, huevos o carnes), especialmente en los chicos. La energía debe proceder en su mayoría de hidratos de carbono complejos (patatas, cereales, pan, arroz o pasta). Las verduras, hortalizas, frutas y legumbres ayudarán también a los adolescentes a mantener la ingesta de fibra necesaria. En esta etapa las chicas, especialmente, deben aumentar la ingesta de hierro y ácido fólico (espinacas, acelgas y demás verduras de hoja verde).

Al llegar a la adolescencia muchos adolescentes empiezan a saltarse el desayuno, pero esta comida es la más importante del día y debe incluir alimentos de al menos tres grupos básicos: cereales, lácteos (yogur, leche o queso) y frutas.

En la edad adulta

Los jóvenes adultos necesitan reducir la ingesta de las cantidades para mantener un peso estable, ya que en esta etapa el rendimiento físico empieza a bajar. A partir de los 40 años los huesos y el corazón necesitan más nutrientes para mantenerse sanos y fuertes, por lo que es recomendable aumentar el consumo de lácteos, salmón, sardinas, nueces, brócoli, legumbres o aceite de oliva.

El menú ideal para cualquier persona adulta consta de:

- Primeros platos o entrantes a partir de cereales y farináceos como el arroz (en paellas, al horno, en sopas...), pasta, legumbres (lentejas, judías, guisantes, habas...), o verduras.

- Un segundo plato a base de pescado (azul o blanco), carne (cerdo, ternera, pollo, pavo, etcétera) o huevos (cocidos, en tortilla, fritos o revueltos). Además, se debe acompañar de una guarnición: ensalada, verduras (hervidas, asadas, rebozadas o al vapor), patatas o cereales.

- El postre ideal está formado por frutas (ya sean frescas, en almíbar, macedonias...), frutos secos o lácteos (yogur, queso, cuajada, natillas, arroz con leche...)

A partir de los 65 años

Las personas mayores deben cuidar especialmente su alimentación, ya que a esta edad las repercusiones de los problemas nutricionales son más graves que en otras etapas. Los cereales, patatas y derivados (pan, arroz, pasta, galletas...) deben ser la base de la alimentación.

A esta edad hay que cuidar el consumo de calcio y evitar suprimir los lácteos (Una alternativa para aquella para aquellas personas que tengan que cuidar la ingesta de grasa son los desnatados).

Hay que moderar el consumo de sal a menos de 2.400 mg de sodio al día. Además, en las personas de edad avanzada se debe vigilar especialmente la ingesta de líquidos para evitar la deshidratación.