Cuando arrancó ‘A partir de hoy’ acusé al formato de excesivamente liviano. Tan correcto como banal. Una conversación en torno a una mesa sin grandes disquisiciones ni reflexiones profundas. Pero ha sido esa liviandad la que ha logrado que el programa dirigido por Julia Varela haya conseguido su renovación de cara a la temporada de otoño-invierno.

Tras 39 entregas en la terraza de verano, el decorado ha tornado en ático con vistas, sumándose al grupo de tertulianos Celia Villalobos, con lo que ya tenemos a dos ex ministros en el corrillo. Va a costar mucho que a Máximo Huerta vuelvan a llamarle por su nombre de pila. Todavía hay quienes lo pronuncian mal al estilo francés, Maxim, cuando en lengua valenciana es Màxim.

Pero los amigos y conocidos solucionan muy bien esta cuestión dirigiéndose a él sencillamente como Max. Lo dicho, la liviandad, lejos de ser un pecado, se ha convertido en la mejor arma para que A partir de hoy se afiance en la parrilla. No he visto todas las entregas (el tiempo es finito) pero me da la impresión de que quienes más días han comparecido en ese salón han sido Juanma López Iturriaga, Ana García-Siñeriz y Olga Viza.

Uno los escucha sabiendo que nunca va a salir de sus bocas ningún improperio, que los lugares comunes para nada están prohibidos en esa tertulia. Pero menos da una piedra. En el extremo opuesto encontramos ‘Todo es mentira’, la apuesta vespertina de Cuatro, que decidió ofrecer tres horas de televisión en directo en las que todo vale con tal de atrapar a la audiencia. En ausencia de Risto Mejide, Marta Flich mantuvo el pulso en verano. Pero desde casa resultaba agotador visualizar ese esfuerzo por mantenerse tan arriba. Al precio que fuera. Vamos, que la liviandad de ‘A partir de hoy’, a poco que se haga zapping, es una bendición.