Cada vez que veo y escucho una entrevista que realiza Ana Pastor a quien sea me da la sensación de que la periodista trata al entrevistado como culpable de algo, de lo que sea.

Y eso está bien, me gusta, así tiene que ser si cambiamos lo de culpable por necesidad de que cuente, nos cuenta a los espectadores, lo que esa persona no quiere contar, no quiere desvelar, no quiere que se hable de eso. Ocurre también que los resabiados de la política se saben los trucos, y aunque quien entrevista pregunte por la luna, el invitado responde con el sol.

Le pasó al señorito Albert Rivera, el que ve chanchullo en las tesis ajenas pero no dice este baile en mi currículo es mío aunque hoy sea doctor, mañana deje de serlo, hoy tengo un máster y mañana haya desaparecido. Hay quien va al plató buscando el titular barato, pero sin responder a lo que se les pregunta, como Rivera, que acusó a la periodista de TVE de manipulación, pero no respondía a lo preguntado.

Cada vez que veo y escucho una entrevista de Ana Pastor me da la sensación de que la periodista trata al entrevistado como culpable de algo. Pero hija, ya te lo dijo con mucha calma hace tiempo Manuela Carmena, «tus preguntas no sirven de nada si no dejas responder».

Tuve la sensación de que eso mismo le pasó a Pedro Sánchez el domingo en su paso por 'El objetivo', aunque le dio tiempo a dejar claro que en el rollo inventado por el populista y vacuo Rivera en torno a su tesis no hay chicha que cortar.

Otro que sí sale a la pista como sospechoso es Miguel Ángel Muñoz, que esta noche estrena serie en Antena 3 como Presunto culpable, que es la historia en torno al crimen de su novia. Los guionistas seguro que le darán tiempo para ver si es o no culpable.