El Cantar del Cerco de Zamora, ¿ficción o realidad?

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Cristina Manías

Originarios de una Edad Media muy lejana en el tiempo, los cantares y romances siguen estando presentes en el imaginario colectivo, se estudian en los libros de texto escolares y se siguen utilizando como base histórica para hablar de hechos ocurridos siglos atrás, a pesar de que son una ficción novelada y, por tanto, poco fiable.

De hecho, muchos de los aspectos de la historia del Cerco de Zamora y de sus protagonistas los conocemos por cómo han sido explicados en los cantares y romances, a pesar de que no aparecen de esa manera en las fuentes históricas de la época.

Para entenderlo mejor, vamos a viajar a la Edad Media, época en la que proliferaban las guerras y las cruzadas. La sociedad medieval estaba ávida de personajes legendarios e historias heroicas, que se recogían en la épica, formada por cantares de gesta y romances.

Los cantares de gesta eran los textos que relataban las hazañas de un héroe y eran cantados por los juglares. Y los romances eran fragmentos de dichos cantares que se iban convirtiendo en los favoritos del público.

La épica nace ligada a la historia, pero no es historia

Punto importante que debemos recordar.

Los juglares iban por pueblos y ciudades cantando cantares y romances a cambio de unas monedas. Cuando veían que una parte del romance no gustaba, lo modificaban para hacerlo más interesante, para intentar tocarle la fibra al público y conseguir aumentar las propinas.

En el periodo medieval, la península ibérica estaba formada por varios reinos, entre ellos el reino de León, al que pertenecía Zamora, y por otro lado estaban nuestros vecinos del reino de Castilla, con los que había una gran enemistad fruto de numerosos enfrentamientos bélicos. La épica en la península nació precisamente en Castilla y estaba formada por cantares relativos al nacimiento de este nuevo reino (que anteriormente fue un condado que pertenecía al reino de León).

Se creaban cantares que fomentaban en sus ciudadanos el sentido de pertenencia al reino, permitiéndoles identificarse con un héroe que encarnaba todas las virtudes. Ese héroe por antonomasia fue el Cid Campeador, dando lugar al Cantar de Mío Cid, al Cantar de la Jura de Santa Gadea y al Cantar del Cerco de Zamora. En este último, el contrapunto al Cid son personajes históricos que pertenecieron al reino de León, es decir, sus enemigos.

Vellido Dolfos

Así en los cantares nos presentan a unos personajes leoneses “malísimos” como Vellido Dolfos, al que consideraban el mayor traidor. O al rey de León Alfonso VI, también mostrado como miserable y malvado, que tuvo que jurar ante el Cid que no había tenido nada que ver con la muerte de su hermano Sancho y que terminó desterrando al pobre e ímprobo Cid, al superhéroe que tiene que pasar calamidades para que el público se emocione, llore con él y se alegren luego todavía más cuando finalmente gana todas las batallas y sale vencedor, igual que los héroes de las películas americanas. Otra malvada era nuestra querida doña Urraca, que es presentada como traidora que se había aliado con Vellido.

El cantar del Cerco de Zamora, por tanto, se basa en un hecho histórico que realmente tuvo lugar en el año 1072, pero con un relato que fue modificándose con el paso del tiempo y además era contado desde el lado de los castellanos, que habían perdido aquella guerra y necesitaban reafirmarse y minimizar su derrota frente a “La Bien Cercada” incrementando las virtudes de su héroe el Cid, y exagerando hasta lo indecible lo malvados que eran los leoneses, que solo habían sido capaces de salir victoriosos en el Cerco por la acción del que ellos consideraban un gran traidor, el “supervillano” Vellido Dolfos.

Mientras que desde el punto de vista de la ciudad de Zamora y del reino de León, la realidad es opuesta, Vellido Dolfos es el superhéroe que salvó a la ciudad y por ende, al reino de León.

Pese a estas premisas, los romances que han llegado hasta nuestros días han sido tomados por algunos historiadores españoles como si fueran fuentes históricas fiables. De este modo, nos han contado el Cerco de Zamora con la versión tergiversada y novelada por los juglares castellanos.

Sabemos por las fuentes históricas que Sancho no aceptó el reparto de la herencia de su padre el rey Fernando I y pretendía apoderarse de los reinos de sus hermanos, que arrebató el reino de León a su hermano Alfonso en la batalla de Golpejera y que sitió a Zamora durante siete meses y seis días para intentar rendir por hambre a sus habitantes. Sabemos que un caballero leonés procedente de Zamora dio muerte a Sancho y, a consecuencia de ello, sus tropas se dispersaron abandonando el asedio y Zamora quedó libre, así como el resto del reino de León, que fue recuperado por su legítimo rey Alfonso VI.

Pero no hay evidencia histórica de que Vellido Dolfos engañara a Sancho y lo atravesara con su propia lanza mientras hacía sus necesidades, ni que huyera hacia el Portillo de la Lealtad mientras el Cid le perseguía cabalgando sin espuelas. Ni tampoco hay ninguna evidencia de que haya existido el duelo de Ordoñez con los hijos de Arias Gonzalo, ni la Jura de Santa Gadea.

Ni tampoco es cierto que los personajes leoneses fueran los malvados y los castellanos los buenos. Los leoneses defendían su ciudad y al reino de León, estaban siendo atacados por el enemigo, así que actuaron en legítima defensa.

En la actualidad, hay unanimidad por parte de historiadores y filólogos en considerar un error utilizar los cantares de gesta como fuente histórica. Pero a día de hoy, todavía hay muchos zamoranos que siguen creyendo esta versión juglaresca del Cerco de Zamora y pensando que realmente los malos eran los que defendieron a la ciudad de Zamora, cuando en realidad doña Urraca, Vellido Dolfos y Arias Gonzalo serían los verdaderos héroes, junto con los habitantes de la ciudad que resistieron el terrible asedio durante más de siete meses.

Ya hubo un reconocimiento en 2010 con el cambio de nombre oficial al Portillo de la Lealtad y dedicando una calle al héroe Vellido Dolfos. Pero deberíamos dar un paso más y que las instituciones de nuestra ciudad y provincia realicen actividades sobre el Cerco de Zamora desde el punto de vista de los leoneses, porque la historia cambia de manera radical en función de quién la cuenta y en Zamora ya va siendo hora de que contemos por fin “nuestra historia”.